26.3.09

Segundero


Qué día más difícil, este que termina.
Desde temprano advertí lo largo de mis brazos, su crecimiento desproporcionado. Desde temprano me resultaron pesados, pesadísimos. No hubo vaso con agua fácil para mí. No hubo un sólo tic sin un tac estruendosísimo, con eco.

Todas las horas se amontonan en los hombros, en el dolor de cuello. Y yo a la espera de que me digan que soy huérfano... Ya no sé cómo llegué aquí o porqué. 
Esta reconstrucción perpetua de mis días pasados me fatiga.

Procuro recordarte a cada rato. Uno sólo recuerda lo que olvida.