No soy de esos que dan las gracias todo el tiempo, por cualquier cosa. Tampoco acostumbro decir adiós. Yo sólo pido que no me duela nada hasta que me tenga que doler. Ya son muchas veces las que vengo a decirte alguna cosa. No sé si me oigas o no. No me importa. No me importa porque ya me acostumbré.
Tengo una cajita llena de cartas tuyas, un par de buenas fotos, un suéter. Atesoro todas las maneras que tenías para decirme te quiero, todos los abrazos. Me la paso hablando de ti con gente que no me oye. Y no me importa. No me importa porque ya me acostumbré.
Es como servirte cereal y darte cuenta que no hay leche. A veces me da por el enojo, a veces nada más guardo el cereal y ya. Nunca voy por leche. No es que sea tonto, el hambre no se quita, se van las ganas. Y así es como te pienso: con hambre, sin ganas.
Pero no me importa. No me importa porque ya me acostumbré.
Tengo una cajita llena de cartas tuyas, un par de buenas fotos, un suéter. Atesoro todas las maneras que tenías para decirme te quiero, todos los abrazos. Me la paso hablando de ti con gente que no me oye. Y no me importa. No me importa porque ya me acostumbré.
Es como servirte cereal y darte cuenta que no hay leche. A veces me da por el enojo, a veces nada más guardo el cereal y ya. Nunca voy por leche. No es que sea tonto, el hambre no se quita, se van las ganas. Y así es como te pienso: con hambre, sin ganas.
Pero no me importa. No me importa porque ya me acostumbré.