26.3.11

D:

Seguramente no vas a oír de mí muy seguido… mira, no le quiero dar muchas vueltas (para variar). Nunca supe porqué decidiste cerrar la puerta detrás de mí; tampoco te busqué para preguntarlo. Tiene muchísimo tiempo que terminamos y todavía siento que quedó algo pendiente. Aunque no lo creas, no hay nada de qué preocuparse, no estoy diciendo que te extraño. No sé qué sea o porqué siga ahí, pero ahí está.

Si de algo estoy seguro es que respeté tu espacio y no creo que hayas tenido muchas quejas mías. Te he escrito muchísimas cosas, le he platicado a muchísima gente lo que pasó. En el verano de hace dos años, perdí un vuelo a España. ¿Sabes a qué iba? Quería invitarte un café, nada más. Después de tantos años me doy cuenta de que fui muy tonto: Ni te busqué, ni fui a España, ni te dije nada el día que te regalé el marco rosa porque siempre tuve miedo a tu reacción (¿alejarte… más?).

Dicen que el amor no es una cosa para asustarse y, a fin de cuentas, no tengo nada que perder. Por eso no hay razón para quedarme callado, de ahí ésta carta. Lo único que espero después de tanta palabrería es la certeza de haber sido escuchado. Quiero que sepas todo lo que no te dije y porqué. Te repito, no sé qué sea o porqué siga ahí, pero ahí está.

Sé que puedo parecer un loco pero velo así: ¿Por qué estaría mal que una persona no tenga empacho en reconocer que quiso y que no ha olvidado?

No sé qué hacer con todo lo nuestro que me queda. Tenerlo no sirve y no hay a quien dárselo (tampoco es que tenga ganas). Verás, me duele que cada vez me duelas menos.

Es eso y no más.

No hay comentarios: